Entrevista a Javier Chacón, presidente de la Asociación Provincial de Empresarios de Siderometalurgia, en La Tribuna

Servicios

Francisco Javier Chacón Fernández-Conde (13 de mayo de 1964, Puerto Lápice) lleva poco más de dos meses al frente de la Asociación Provincial de Empresarios de Siderometalurgia (APES), un colectivo que engloba a centenares de empresas en un sector que da trabajo a miles de profesionales en Ciudad Real, en las cuatro actividades que agrupa: electricidad, térmicas -con fontaneros y frigoristas-, comercio del metal y carpintería metálica. Propietario junto a dos hermanos de Eléctrica de Puerto Lápice, es la tercera generación familiar que lleva las riendas de una de las empresas más veteranas de la provincia, que este año cumple nada menos que un siglo de actividad. Pese a sus obligaciones empresariales, el también presidente de la Federación de Instaladores Eléctricos y Telecomunicaciones de Castilla-La Mancha (Fitecam) no ha dudado en dar un paso al frente para trabajar por un sector que está obligado a reciclarse de forma constante y con problemas muy serios para encontrar trabajadores cualificados en el mercado laboral.

¿Cuál es la salud actual de la asociación? ¿A cuántos trabajadores representa en la provincia?

Somos una asociación fuerte, compuesta por cerca de 340 socios y que representa a unos 12.000 trabajadores en la provincia, incluidos los del sector de automoción, puesto que también somos nosotros los que negociamos el convenio para ellos. La mitad de los trabajadores del sector están afiliados, aunque nuestro objetivo es llegar al 80%. Cuantos más seamos y más unidos estemos, mejor nos irá. Tenemos que profesionalizarnos más, estar muy pendientes de las modificaciones de normativas o luchar por disponer de un canal profesional con las compañías eléctricas para que no se retrasen expedientes y no se paralicen obras. Estamos volcados en ello.

«Detrás no vienen jóvenes con formación cualificada» - Foto: Rueda Villaverde¿Cómo se decide a llegar hasta la presidencia de APES?

Hace cuatro años vimos todos los cambios de normativa que se avecinaban, la mayoría orientados al sector eléctrico, a la eficiencia energética y las energías renovables, y pensamos que nos estábamos moviendo poco, muy despacio. Estamos hablando de cambios normativos vitales para el sector del instalador, por lo que un grupo de compañeros y amigos decidimos dar un paso al frente para intentar cambiar esta dinámica.

¿Cuál es el principal problema a resolver en el sector?

Sin duda, la formación de los profesionales. En 2022 van a llegar fondos europeos y esperamos una mayor carga de trabajo, pero no encontramos trabajadores cualificados. Cuando las empresas acudimos al mercado laboral nos topamos con serios problemas para encontrar los perfiles que demandamos. Yo formo parte de una generación que en breve se va a jubilar, y miramos para atrás y no vienen jóvenes con formación cualificada detrás de nosotros, no va a ver reposición. Es un gran problema del que tenemos la culpa todos. Lo hemos ido dejando, tanto los empresarios como las administraciones, cada uno con su cuota de responsabilidad.

¿Por qué esta falta de jóvenes trabajadores cualificados?

Es un problema que se genera porque en la sociedad española, y dentro de las familias, se sigue estigmatizando la opción de completar los estudios a través de la Formación Profesional. Persiste la convicción de que el alumno que vale para estudiar se decanta por la formación universitaria, y el que no, pues o lo deja o pasa a la FP, y esto no es así. Hoy en día, un profesional cualificado formado en la FP, como puede ser un electromecánico, instalador eléctrico, instalador térmico, soldador…., tiene una gran salida laboral y con un salario similar e incluso mucho mejor al de otros profesionales salidos de carreras universitarias. Esa brecha salarial que había antes ya no existe. Las comunidades con mayor renta percápita son País Vasco, Navarra y Cataluña, curiosamente en las que mayor porcentaje de estudiantes de FP hay.

Es contradictorio que en un país con más del 30% de paro juvenil, algunas empresas no encuentren jóvenes para contratar.

Está claro que algo se está haciendo mal. Según los últimos datos, casi la mitad de los estudiantes de ESO apuestan por carreras universitarias, sólo el 13 por ciento se forma en FP y un 20% abandona los estudios. Un 20% son muchos jóvenes que podrían adquirir una formación especializada y contar con un futuro laboral claro.

¿Dónde estaría la solución?

Los empresarios tenemos que generar ilusión entre nuestros jóvenes, de la mano de las administraciones. El empresario se tiene que implicar en esto, trasladando su ilusión a los estudiantes, para que a medio plazo éstos apuesten por formarse en profesiones especializadas. Tenemos que tener la posibilidad de ir a los centros educativos a hablar con ellos, explicarles las posibilidades que tienen por delante. La labor de los orientadores es importante en las edades clave del final de la ESO, pero deben contar con la ayuda de nosotros, los profesionales. Menos viajes a parques de atracciones y más visitas a nuestras fábricas, industrias, plantas de renovables, térmicas...

¿Cuál es la predisposición de la Junta de Comunidades en este sentido?

Es muy buena. Tuvimos una primera reunión con la Consejería de Educación, a través de la directora general de FP, Maite Company, así como con la Consejería de Economía, Empresas y Empleo, por medio de la directora general de FP para el Empleo, Marta Roldán, y ya nos han citado para un segundo encuentro. Tienen muy buena disposición. Tenemos que trabajar juntos para actualizar los ciclos formativos, la innovación de talleres o la instalación de aulas técnicas. Es esencial poder ir de la mano de la administración en este aspecto. Hasta ahora éramos como un engranaje en el que cada piñón giraba por su lado, y la idea es que la maquinaria funcione como un reloj.

APES también está en contacto con la Universidad de Castilla-La Mancha para la creación de bolsas de trabajo. ¿En qué consisten?

Para nosotros esto es muy importante. Tenemos que poder retener a nuestros estudiantes mediante contratos de formación o prácticas profesionales. No podemos permitirnos el lujo de que abandonen la región. Los necesitamos trabajando en nuestras empresas.

Cuando fue elegido presidente de la asociación también aludió al problema del intrusismo. ¿A qué se refería?

A que los ayuntamientos y las administraciones no están pidiendo certificados a los instaladores. Es un problema de seguridad industrial. Cuando se otorgan licencias de obra hay que solicitar los certificados, porque una instalación no la puede hacer cualquiera, por seguridad. Creo que la idea de la administración es la de colaborar en este sentido. De hecho, en los últimos cuatro años ya hemos notado un cambio de mentalidad. Estamos teniendo reuniones y está colaborando bien.

Se pone al frente de APES en un momento complicado por esta nueva ola de contagios en la pandemia. ¿De qué manera está afectando la pandemia a sus empresas, en lo que respecta a bajas laborales?

De momento, no tenemos constancia de que esté habiendo una afectación importante. Hay que tener en cuenta que la mayoría de nuestros profesionales son trabajadores que salen de las empresas para desarrollar su labor fuera, sin estar expuestos a aglomeración de personas. Fue más problemático el inicio de la pandemia, cuando muchos empleados, por miedo, se negaron a salir de casa para ir a trabajar, a pesar de que éramos un sector declarado servicio esencial. Fueron momentos muy duros que solventamos con una sobrecarga de trabajo para los que sí estaban dispuestos. Pero en general, creo que el sector de la siderometalurgia aguantó la crisis por el COVID mejor que otros, aunque también tuvo que recurrir a los ERTES cuando las obras se cerraron.

¿Cómo afecta a las empresas del sector la crisis en el transporte y la escasez de materiales y suministros procedentes del mercado asiático?

Los suministros están llegando a cuenta gotas, y con una fluctuación de precios en el coste del material demasiado elevada, sobre todo para las empresas del sector del metal. Esto está provocando que la obra pública se paralice porque se quedan desiertas, ya que las empresas no se atreven a comprometer un presupuesto, con precios de materiales que en cuestión de meses pueden subir, y en la privada va a pasar algo similar. Además, existe una gran dificultad para conseguir materiales como placas solares, máquinas de aerotermia, componentes, hierro… Se está demostrando que la globalización no es buena. Si Asia tiene un problema, todos tenemos ese problema. Deberíamos apostar mas por instalar esas empresas de suministros en nuestro territorio, y aquí volvemos al asunto de la formación de nuestros jóvenes. Creo que Castilla-La Mancha tiene una gran oportunidad en este sentido, al ser una región muy bien ubicada geográficamente y bien comunicada.

No son pocas las crisis que han ido sorteando las empresas del sector. ¿Esta capacidad de resiliencia las ha hecho más fuertes?

Somos un sector fuerte que ha sabido sobreponerse a las dificultades. Creo que hemos sido de los sectores que mejor han aguantado estas crisis, a las que hay que sumar ahora precisamente la de la carestía de la electricidad. Es cierto que hay empresas que les compensa cerrar unas horas la actividad ante el alto coste de la luz. En este sentido, pienso que sí hay que apostar por las energías renovables, pero de momento debe ser una fuente complementaria. En esta tierra tenemos viento y sol, pero necesitamos una tercera fuente energética. Tenemos que tener claro que no tenemos gas ni petróleo y que además son energías a extinguir, siendo además contaminantes. Hay que poner los pies en el suelo y apoyarse en una energía también limpia, como creo que es la nuclear. Las renovables no son la panacea. Hay que tender a ellas claramente, pero con un periodo de transición. No podemos dejar de ser competitivos ahora.

Otras Noticias